Soria, 24 de mayo de 2006

 

 

La Ley de Montes y la circulación de vehículos por pistas forestales

 

El uso de vehículos motorizados en pistas forestales, aparte de facilitar las labores silvícolas y ganaderas, ha supuesto para muchas personas en las últimas décadas la posibilidad de acercarse respetuosamente al medio natural. Además de este aspecto positivo del que todos disfrutamos hay que señalar los impactos negativos que se producen en algunos lugares sensibles con el uso indiscriminado y masivo de los vehículos de todas clases que cada año con mayor frecuencia circulan por nuestros montes:

 

P      Aumentan el riesgo de incendios.

P      Perturban a la fauna.

P      Fomentan la creación de pistas de dudosa o nula utilidad social y a veces realizadas sin los necesarios estudios de impacto que establece la ley.

P      Despiertan en una minoría la tentación de circular fuera de pistas, arrasando la vegetación, aunque sólo sea para aparcar.

P      Facilitan el furtivismo en caza, pesca y recolección de especies vegetales silvestres raras o protegidas.

P      Aunque sea debido a un pequeño porcentaje de personas, aparece basura hasta en el último rincón al que puede accederse en vehículo.

P      Provocan contaminación acústica, aérea y acuática.

P      Rompen la magia y el encanto de determinados lugares privilegiados.

P      Molestan a aquellos senderistas y ciclistas que buscan en la naturaleza sus aspectos más vírgenes.

P      Favorecen el sedentarismo, disminuyendo las posibilidades de realizar el muy sano y recomendable ejercicio de andar o ir en esquí de fondo o en bici.

 

No es de extrañar por tanto que la Ley de Montes pretenda regular la circulación indiscriminada de vehículos por nuestros montes. Los vehículos motorizados son imprescindibles para realizar labores forestales, de vigilancia o de rescate. Son muy útiles para acercarnos a paisajes maravillosos, a la práctica de la caza y la pesca, para divertirnos conduciendo en determinados circuitos o ir de romería. Pero no es de recibo que lleguen hasta el último rincón del embalse de La Cuerda del Pozo (si no es que recorren todo su perímetro), que nos impidan escuchar la brisa del viento o el canto de los pájaros prácticamente hasta la cima del Urbión, o en la Laguna Cebollera y en tantos otros sitios que hay que preservar. ¿Recuerdan ese cartel de la Junta de Castilla y León que dice “Escucha: Las nieves han vuelto a dibujar Urbión. Cada roca, cada albar, en su sitio. El hielo acalla el murmullo de las aguas y el silencio, blanco y denso, puede a todo. Escucha”.? Es esa la sensación que se busca en algunos parajes, pero es pura propaganda: el hechizo hoy día muchas veces se rompe porque los vehículos motorizados nos han quitado la sutileza de ese silencio, de esos sonidos.

Ya es difícil el fin de semana alcanzar la alta montaña soriana, nevada o no, o lo más recóndito de un hayedo, de un sabinar, de cualquier bosque sin oler tubos de escape y oír el ruido de motores de explosión.

Nada que objetar al acceso motorizado para usos agropecuarios, o de personas discapacitadas, o al acceso turístico a muchos puntos de la provincia, pero eso no justifica la utilización indiscriminada y masificada hasta el último rincón de nuestra naturaleza: eso deberíamos apreciarlo accediendo a esos parajes privilegiados con nuestros músculos y nuestros sentidos despiertos y atentos. En cualquier país civilizado no se concibe el uso y abuso de vehículos motorizados sin regulación como ocurre aquí. Al igual que en tantos temas, ya es hora de que la Soria sostenible sea algo más que palabrería hueca.

 

La Junta Directiva de ASDEN